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Una Vida En Modo Kata

Tal vez esta etapa de la historia de la humanidad nos puede tocar más fácil de vivir a las personas que tenemos creencias firmes, de las cuales sólo mencionaré a los artistas marciales ya que de eso versa este blog sobre este tema: las artes marciales.

Hace varios años que he estado practicando, sin mucha disciplina, katas de Karatedo (Shotokan) y de Iaido (Seitei Iai). Obviamente en esta situación, en la que hemos debido guardarnos en nuestros hogares, he tenido más tiempo para la práctica de dichos katas. En los últimos meses me he dedicado firmemente a la construcción de una especie de pensum de escuelas de iaido. En este momento estoy practicando las los katas de Seitei Iai y Muso Shinden Ryu, aunque todavía quedan muchos otros por practicar. En algunos casos se repiten, en otros son muy semejantes, por lo que aunque parecen una gran cantidad de katas, suelen ser fáciles de aprender. Para interiorizarlos rápidamente pero con eficiencia, me he propuesto la meta de hacer una serie de katas 10 veces. Es decir, si la serie tiene 12 kata, haré cada uno 10 veces. Esto me ha llevado a practicar durante tres horas y media cada día. A veces tengo que comenzar a altas horas de la noche, prácticamente en la madrugada. Pero la satisfacción de haber hecho el trabajo, en algunos momentos bien y en otros no tan bien, es suficiente paga. Si fallo en algún movimiento, me doy cuenta de inmediato. Los fallos de los que me doy cuenta tiempo después, siempre son por desconocimiento. Algunos de esos fallos son casi imperceptibles y puedo seguir trabajando, otros son tan garrafales que no me permiten continuar el kata que este realizando.


(No es el mejor "Mae" que verán, jejeje...)

En el libro "Mi camino", de Gichin Funakoshi, se narran las interminables horas que pasaba él entrenando bajo la supervisión estricta de sus maestros, sobre todo del maestro Itosu. Eran tiempos antes de las guerras, un fallo podría ser la diferencia entre estar vivo o estar muerto. Aprenderlos mal, pensando que se está haciendo bien daría el mismo resultado que fallar. Estos tiempos de gendai budo (artes marciales internas) donde muchos tienen amigos y enemigos imaginarios que resultan ser la misma persona que los imaginas (es decir, donde tu amigo y tu enemigo imaginario eres tú mismo) probablemente, en su raíz más profunda, no se distinguen de aquellos años antes de las guerras del Japón del siglo XX. Incluso salir a comprar el pan demanda de nosotros una perfección de movimientos que no permite espacio a equivocación, ó vacilación, so pena de muerte. Este es el tiempo en el que llevarse las manos a la cara puede llegar a ser un tema de salud pública. Llegar a la casa y abrazar a nuestros hijos puede ser condenarlos a muerte. Caminar por toda la ciudad, llegar a la casa y caminar por cada uno de sus cuartos no es más que uno de los más grandes errores que se puedan hacer. Debemos estar conscientes de cada cosas que hacemos: a dónde vamos, con quién hablamos, cómo le hablamos, incluso cómo lo saludamos. Debemos ser disciplinados y estrictos en nuestro estilo de vida actual, no es más que una vida en modo kata.



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