Domo Arigatogozaimasu, Sensei (1/2)
Ya ha pasado poco más de una semana. Muy a titulo personal, es decir, sin inmiscuir al Dojo Shinko (dojo que tengo el honor de dirigir) quiero decir algo. El problema es que no sé qué será lo que quiero decir. Aún cuando me refiero al sensei, hablo de él con verbos en presente. Este año, serían 19 años conociéndolo. Recuerdo que siempre lo veía cuando yo visitaba el dojo del sensei Requena ó en los seminarios, pero como él mismo diría "él, allá... y yo, aquí". Pero una vez, en el 99, y aún sintiéndome tan extraño haciendo una actividad descalzo, un sensei invitado comenzó a hacer ejercicios de respiración. No sé que me pasó, simplemente tomando aire, perdí el equilibrio y casi me caigo. Él me ve y me dice "¿Qué? ¿te empujaron? jajaja". Esa fue la primera vez que me dirigió la palabra. Yo era tan inmaduro que no sabía si reírme ó avergonzarme.
Con el tiempo, fue enviado a darnos clases en el dojo de la Universidad Simón Bolívar. Y fue cuando tuvimos aquella pequeña conversación que fue el principio de una excelente amistad de más de 15 años.
- ¿Qué es lo que haces tu con tu vida? - ¿ah? - ¿Estudias? ¿Trabajas? ¿Vendes tu cuerpo? - Nada, sensei. Solamente vengo a practicar y ya. - ¿Quieres practicar en Los Chaguaramos después de esta clase? - Claro... - Fino, pues.
Fue por está pequeña motivación que nunca más me volví a alejar del aikido como si se tratara de algo definitivo.
Tuve el honor, gusto y privilegio de verlo con el cinturón blanco, avanzando al primer dan en Caracas. Y ya como mi sensei, lo ví en su examen de segundo dan. Un examen que fue sencillamente brutal. Recuerdo que al final del examen no tenía palabras para decirle lo genial que lo hizo. Definitivamente, ya tenía todo mi respeto y admiración. Fue un examen en el que su habilidad y energía estaban al máximo. Para su examen de tercer dan, viajamos a Valencia. El sensei había cambiado, se había dosificado en su fuerza, pero no es su técnica. Yo conozco a los que fueron sus ukes ese día. Son aikidokas que jamás van a regalarte una técnica sea un día en el dojo ó el día de tu examen. Sin importar el rango que tengas, sus ataques siempre serán sinceros y reales. Buscaran inmovilizarte, golpearte, derribarte... si es eso para lo que fue ideada la técnica de uke. Pero él los derribaba a todos usando ángulos y entradas en el momento preciso. De hecho, de eso llegué a escribir: "La época del nidan de Homero fue una de las que llevar coñazo en el dojo era la orden del día. Y a todos nos encantaba. Para su sandan, la locomotora había bajado la velocidad. En una reunión, Homero se nos acerca a un grupito en el que conversábamos y nos pregunta que qué pasaba, que qué cuchilleabamos por ahí. Una amiga le dice: "Es que George quiere saber (ella me mira y me ve la cara de "ah yo?!" y se ríe) que por qué ya no le das coñacitos a todos". Y él contesta: "No me pedían eso en sandan". Sin embargo, sus técnicas no volvieron a tener la fuerza bruta de antes, se había refinado.
No quiero decir con todo esto que se había ablandado. Su personalidad jovial, así como su carácter determinado, se afianzaron más. Recuerdo que en una clase de desarme de cuchillo llegó a levantar el puño y no tuve tiempo de esquivarlo (realmente, nunca vi el puño). Mi labio superior dio contra mis dientes y terminé sangrando. Cosas así eran fáciles de pasar con él, pero también pasaban cosas muy cómicas, como cuando me llama para ser uke y al hacer Iriminage Ukuri... me da un ataque de risa. La técnica me despegaba como un metro del suelo y me arrojaba otro metro más adelante, pero el vació en el estomago me daba cosquillas y aterrizaba sin poder parar de reír. Uno de los senpais dijo "No entendemos nada, pero al menos George se la está tripeando". Y el agregó: "Eso es válido". Él siempre decía "Si no aprendes nada, al menos vamos a joder"
Anécdotas hay muchas, como la vez que en plenos exámenes de 1 Kyu (justo cuando me llaman) gritó "¿Qué pasó? ¿Quieren rock?" (Esa anécdota la detallaré en otro momento). Ó cuando en un seminario me dijo: "Short!!! hay que abrir espacio" y empezó a lanzarme con kotegaeshi, hasta que detuvieron el entrenamiento y nos regañaron "indirectamente". Y él me susurraba: "¿Viste? Por tu culpa".
A veces me hacia enojar tremendamente y sentía que tomaba decisiones erradas. Otras veces me daba regaños que me así agüar los ojos sin poder ocultarlo. Pero siempre estuvo allí para armonizar todo con su saludo: "¿Qué pasó, Short?"... y, gracias a Dios, yo siempre estuve allí para oír ese saludo. Si no fuese por el sensei, no sólo no estaría haciendo aikido, que ya para mi es mucho que decir. No hubiese conocido gente tan increíble, comenzando por él. Ni hubiese tenido la oportunidad de fundar un dojo, que es lo que me ha hecho crecer como persona, bien ó mal... yo no puedo juzgarme.
Muchas cosas, muy bonitas, me han dicho para reconfortarme y a todos les agradezco. Una de esas frase me la han dicho varias personas en diferentes momentos: "Homero te quiso mucho". Otra frase que he oído, de parte de personas que no son practicantes de artes marciales, ha sido: "Lo siento mucho. Se que era como tu hermano ó como tu padre". Esa frase me ha hecho crecer como artista marcial, y como persona, porque me ayuda a ver el cariño que me tiene mucha gente y lo diferente que podemos llegar a ser entre todos, ya que sólo un artista marcial entenderá a cabalidad cuando digo que Homero no era "como mi hermano" ni "como mi padre". Él era, exactamente, MI SENSEI.
Por último, es inevitable, lógico, pero nunca está de más, decir que me solidarizo con el dolor de sus familiares, amigos y alumnos. Así mismo, todos y cada uno de los alumnos del Dojo Shinko se unen a este pésame.
Respecto al "Dojo Shinko y el sensei Homero", es una historia que dejaré para alguna próxima nota de nuestro blog.
Gracias, Sensei Homero Navas.
Si te pasó algo extraño, curioso o divertido con el Sensei Homero, ó si recuerdas algunas de sus frases típicas y quieres compartirlas con nosotros, puedes hacerlo en la cajita de comentarios aquí abajo. Seguramente hay muchas historias que le alegraran el día a más de uno con las ocurrencias y buena vibra del sensei.