Un Seminario en Dojo Shinko: El Primero
Como toda primera vez, no es una primera vez del todo. Siempre hay un a priori "yo con yo".
Antes de iniciar el trabajo en el Dojo Shinko, el sensei llegó a organizar algunas clínicas de aikido (obviamente). Una vez, uno de los instructores no llegó a tiempo, y pues ya había una cantidad de personas considerable a las que no darles al menos una hora de práctica podría ser un poco ofensivo. No sé qué locura colectiva sucedió pero me escogieron "al menos para hacer algo mientras llega algún sensei". Tal vez serian 15 ó 20 personas, todos amigos y conocidos. Tal vez sería segundo ó primer kyu. Fue muy divertido.
Cuando el dojo contaba, tal vez, unos cuatro años, tomé todos los tatamis, mis cinco alumnos y nos fuimos a un salón al otro lado de la ciudad. Preparar la logistica para movernos y luego para regresar fue tan duro como dar la clase de ese "Intensivo", pues dar el nombre de clínica era muy ostentoso, y ni hablar de llamarlo seminario. Y es que a veces pasa que como instructor se te ocurre dar unas clases tan fumadas que terminas asombrado de ti mismo. Asombrado del nivel de demencia al que has llegado al dar clase. Recuerdo que a duras penas sobrevivimos el sábado y para el domingo al mediodía, dar un paso frente a otro era una proeza. Me dolían todos los músculos pero desde adentro. Como si me hubiese tragado un cartucho de TNT al más puro estilo Looney Tunes. No olvidemos que luego había que recoger las veinte colchonetas, montarlas en el camión, descargarlas y llevarlas al piso uno que realmente era el dos (Estúpida Mezzanina). Fue algo... muy "Indoor", por darle un nombre cool.
En 2014, me dieron la oportunidad de iniciar la típica clínica de fin de año del Dojo El Paraíso. Pocas personas, todos amigos. Una clase relajada... Relajada al estilo El Paraíso (if you know what i mean). Digamos que ahora sí era formal mi participación como un sensei en una clínica. Sin embargo, seguía siendo entre amigos y compañeros de dojo, pues de allí es de donde vengo yo.
También dí algunas clases este año en la celebración de los 10 años del Dojo y en mis 17 años como aikidoka (la mitad de mi vidad). Muchas caras conocidas y un ambiente muy agradable. Una verdadera zona de confort.
Pero no fue sino hasta el sábado pasado en que por fin y con todas las de la ley dí una clase en un seminario de Aikido representando mi propio dojo. ¿El motivo del seminario? Celebrar los 15 años de fundado del Dojo El Paraiso.
Como cosa curiosa debo acotar que, en cierto modo, sigue siendo en casa pues el seminario transcurrió en las instalaciones del Dojo Shinko.
Un seminario repleto de proyecciones, no hubo instructor invitado que no pusiese a volar a su uke. Esos seminarios sabrosos, en los que desde el primer día ya te duele hasta la glándula natatoria... Equis, la cosa es que yo sabía que sería así, de muchas proyecciones, por no decir de 100% nage. Así que hice la tarea y fui con mi clase preparada. Es la ventaja de dar clase en un seminario y no ordinariamente en tu dojo. En mi caso, nunca preparo la clase, sólo veo quienes están en el dojo ese día y así comienzo a mostrar lo que necesitamos trabajar.
Por supuesto que en un principio no sabía que dar... si lastima ó asco. Pero recordé algunas cosas que tenia asentadas en el maletero del cerebro. Ese Maki Otoshi de Kanai Sensei, y de haber chance se le podría agregar ese Shihonage tan particular. Pero, ¿cómo conectar esas técnicas? ¿Qué tendrían en común? Porque como saben, dar clases no es mostrar un conjunto de técnicas sueltas, sin más... porque lo saben... ¿verdad?. En todo caso, logré conectarlas por medio del movimiento de la cadera, el de "Hei Ho", por lo que comenzamos con Kokyu Nage Omote y luego Kokyu Nage Ura. Listo eso, ahora sí, a la técnica que quería mostrar Maki Otoshi, y no sé como lo logré pero hubo tiempo para el Shihonage.
Una hora de clase, caminar de aquí para allá, explicando, corrigiendo, esquivando ukes (tengo la habilidad de colocarme en el punto de aterrizaje), contestando preguntas. Y al final de la clase, cuando todo terminó, cuando llegas a la casa y te das el permiso de desmayarte en el sofá, te das cuenta que has estado mostrando algo ante más de 50 personas de diferentes lados del país, que tienen tanta ó más habilidad que tu, y que fácilmente pueden hacer juicio sobre tu trabajo... pero el sueño te vence y eso le resta importancia todo con cada tic tac del reloj ubicado al final del pasillo. Desde que se acabó la clase has querido dormir para pasar el dolor en las piernas pues, echando un vistazo atrás, recuerdas que nunca te sentaste y que fuiste el que apagó la luz y cerró la puerta.
Tu ritual post-aikido: sacar todo del morral, una ducha, algo de comida y tv, y al fin... a ver con que sueñas, que el día ha sido diferente y puede que tus sueños también.