¿Que cómo nos fue en los exámenes de kyu?
Como le dije a una amiga, si simplemente ves los exámenes pues estuvieron aburridísimos. Ver el aikido es como ver el tenis. Hacerlo ya es otra cosa. Así que aquí les cuento como fueron los exámenes “desde adentro”. Ese día no hubo mucha novedad más allá de la habitual para este tipo de eventos. De hecho, el día amaneció muy bonito, poco sol, mucha brisa. Quien ha ido al dojo a entrenar los sábados sabe que eso se agradece. Salí temprano de la casa para llegar de primero para limpiar el dojo pero ya uno de mis alumnos me había ganado en eso y lo encontré barriendo el lugar. Debo acotar que increíblemente el metro corrió como si expresamente me llevase a mí. El viaje de una hora se redujo a 45 minutos. En fin… La gente llegó, hicimos unas cuantas técnicas como para calentar, tomamos agua y comenzaron los exámenes. Llamaron a los dechis que iban para sexto kyu. Entre ellos Jorge Benezra y Jimmy Nunes, del Dojo Shinko. Jorge llegó al dojo hace casi un año, y ha aprendido prácticamente desde cero. Y luego de probar aikido en otros dojos decidió quedarse en el nuestro. Su evolución ha sido la ya típica en Shinko, la que tiene como norma principal “Nadie presenta sexto kyu sino se proyecta”. Desde que se fundó el dojo hace diez años ha sido así, y así se mantendrá mientras yo lo dirija (muajajaja) Su examen tenia ritmo y los típicos detalles de quien presenta ese rango como lo es no realizar un paso ó alguna entrada corta al momento de los ura. Pero definitivamente un examen de buen nivel. Asu lado estaba Jimmy. Él dejó la práctica al momento en que tuvimos que mudarnos de la universidad en donde comenzamos con las clases. Ahora en el nuevo local ha continuado con su entrenamiento como si nunca se hubiese ido, a pesar de haberse alejado del aikido por 5 años. En 4 meses ya tenía el nivel necesario para presentar, y más aun para representar al dojo. Su aikido no sé parece al de Jorge, es muy propio, es algo apreciable a simple vista. No hablo de ser mejor ó peor, es simplemente que ambos aluden a sus características físicas y de personalidad y lo expresan en sus técnicas. Otro examen excelente, sin lugar a dudas. Ahora tenía que esperar a la próxima semana para enviar al alumno más avanzado del dojo a presentar. Y de pronto lo llaman!!! Comenzaban los exámenes de segundo kyu. Si creen que las piernas no pueden temblar estando en seiza, les aseguro que si pueden. Pensé que Gerald, como yo, no estaría mentalizado para el examen, pero allí estaba con su cara número 4327, la de lord inglés que dice “tomemos té mientras analizamos el índice bursatil”. Su uke fue Enzo Escalona, un muchacho que, como decimos en Venezuela, “es de su mismo rin”, ya que ambos son altos. Y no hay nada más cómodo que trabajar con alguien de tu tamaño, y si no es mucho pedir, de tu peso. Hicieron las técnicas una tras otra, tras otra, y no hubo ningún punto en el que se le viera incomodo. Incluso Enzo se veía cómodo. Lo que me hizo recordar algo dicho por el sensei David Halprin: “Hay que hacer sentir cómodo al uke”… de ese modo no podrá resistencia a los movimientos de tori. Luego de las técnicas de Hammi handachi (Uke de pie y tori sentado en kiza) y Tachi waza (Ambos de pie), llegó lo que muchos llaman el climax del aikido, el randori. Esto era lo que más me inquietaba. Pero la manera en que fueron manejados los tres ukes, dejándolos pasar, ordenándolos y administrando su propia fuerza, fue impecable. Así cerramos el evento… y después de ordenar todo el local de nuevo, junto a Gerald, fui el último en salir del dojo… a dormir todo el resto de ese sábado con una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa que dice, el trabajo está hecho, pero ahora viene más trabajo… que también se hará.